Poco después de partir, alcornocales, afloramientos graníticos y terrenos agrícolas componen el paisaje. Pasaremos por poblaciones fronterizas como Galegos, Monte de Baixo y Pitaranha. Y en el horizonte, La Fontañera, zona en donde los contrabandistas solían ocultar el café. Estrechas y sinuosas veredas, con trozos de calzada medieval y muros a los lados, que a la sombra de frondosos alcornoques, servían, a veces, de caminos de contrabandistas. En la subida a Pitaranha divisamos el Castillo de Marvão y la Sierra de Porto de Roque, una escarpa que se extiende a lo largo de la frontera que sirve de abrigo a colonias de buitres.
Poco después de partir, alcornocales, afloramientos graníticos y terrenos agrícolas componen el paisaje. Pasaremos por poblaciones fronterizas como Galegos, Monte de Baixo y Pitaranha. Y en el horizonte, La Fontañera, zona en donde los contrabandistas solían ocultar el café. Estrechas y sinuosas veredas, con trozos de calzada medieval y muros a los lados, que a la sombra de frondosos alcornoques, servían, a veces, de caminos de contrabandistas. En la subida a Pitaranha divisamos el Castillo de Marvão y la Sierra de Porto de Roque, una escarpa que se extiende a lo largo de la frontera que sirve de abrigo a colonias de buitres.