Este es un territorio inmenso y de paisajes suaves, en el que todo sucede a su ritmo. Cuenta la leyenda que, en el siglo V, una valerosa mujer, esposa del herrero de la zona, defendió la ciudad de Singa frente a los invasores bárbaros armada apenas con martillos. Las defensas se instalaron en el desaparecido castillo de la Orden de Santiago, en donde hoy se encuentra el cementerio local. Alrededor de Ferreira, los campos son hoy fértiles olivares que moldean un paisaje rural productivo y permiten descansar la vista y el alma a quien los recorre.
Este es un territorio inmenso y de paisajes suaves, en el que todo sucede a su ritmo. Cuenta la leyenda que, en el siglo V, una valerosa mujer, esposa del herrero de la zona, defendió la ciudad de Singa frente a los invasores bárbaros armada apenas con martillos. Las defensas se instalaron en el desaparecido castillo de la Orden de Santiago, en donde hoy se encuentra el cementerio local. Alrededor de Ferreira, los campos son hoy fértiles olivares que moldean un paisaje rural productivo y permiten descansar la vista y el alma a quien los recorre.